domingo, 18 de abril de 2010

La inspiración icónica


Siempre pensé que al escribir podría uno no solo materializar los pensamientos, desde los más básicos hasta aquellos que consideramos complejos, sino también influir o inspirar a otras personas a través de de una corriente de pensamiento. Esto no debiera ser novedad, ni el egocentrismo de dicha idea ni la idea misma.

De todas formas y como es costumbre, me escapo en divagaciones que poco tienen que ver con lo que quiero decir. Lo cierto es que al escribir siento que la vida deja de ser tan abstracta y pasajera, lleno gradualmente ese vacío que comienza a gestarse a partir de la idea de trascendencia/intrascendencia.

El objetivo principal de este escrito es ¿venerar? la inspiración, aquella escurridiza y caprichosa, que aparece en momentos insospechados.
¿De dónde viene la inspiración? en mi caso particular las fuentes de inspiración son las imágenes. Este texto nació de una imagen, la misma que ven ahora en sus pantallas.

¿Qué tiene de hermoso esta foto? la apreciación de un objeto es totalmente subjetiva, huelga decirlo, sin embargo, hay un elemento en dicha toma desconocido por el lector; la fotógrafa.

Entonces me pregunto, el encanto de la fotografía proviene de si misma o de la mujer que con varias decenas de tomas se perdía, se alejaba del grupo como enajenada del mundo, como peregrina de otra dimensión, absorta en la imagen e indiferente de todo lo demás, de los prescindible, de nosotros.

La belleza de esta imagen radica en que nos transporta hacia otra imagen, tanto a mí, testigo de su origen, como a otro que viendo por primera vez la foto sea capaz de detenerse a imaginar.

Así las imágenes se constituyen en ventanales de la existencia y nos permiten (al menos a mí) sentirnos reales.





Agradecimientos especiales a Daniela, por ser capaz de ignorarnos y regalar un momento de contemplativa inspiración.

http://www.flickr.com/photos/azucarycanela

sábado, 22 de agosto de 2009

Temuco: El desgraciado se viste de rosado


Para todos es conocido lo desagradable que me resulta Temuco, por ser sucia, hedionda, gris, fría, llena de humo y basura, de barro y agua.

Pero debo admitir que si hay algo que me gusta son los cerezos, esta ciudad en particular tiene muchos cerezos, que en esta época están floridos y me hacen soñar, en mi trayecto al terminal, que estoy en kyoto, la ciudad de los 1000 jardines.

No sé, los cerezos en flor siempre me hacen transportarme a otros lugares, lugares donde estuve, lugares con los que sueño, épocas en las que mi dedicación era otra.

Por eso quiero dedicarles un espacio en este blog, y en particular al cerezo al cual le tomé la foto, llegando a la Plaza Teodoro Schmidt en la intersección de Caupolicán con Portales.

domingo, 5 de julio de 2009

COGITO ERGO SUM





Pienso, luego existo. Esta frase Cartesiana siempre me ha dado para reflexionar,

Aunque estoy en desacuerdo con dicha idea “cogito ergo sum” plantea una concepción abstracta de la existencia y la trascendencia en sí, supeditando la realidad a un nivel egocéntrico en donde mi existencia se basa en que YO individuo tengo conciencia de ella, nada más y nada menos. Y qué sucede cuando el individuo deja de pensar? Pues deja de existir, ya que la mera existencia esta basada en un estado transitorio de reconocimiento de nosotros mismos como entes y el reconocimiento de todo lo demás en función de nuestra misma presencia. Es decir, todo lo existente depende de una sola cualidad, la capacidad de un ser humano de pensar, ergo lo demás deja de existir a consecuencia de la caducidad de dicha cualidad. Es entonces que te planteas 2 cuestiones lógicas.

Partiendo únicamente del concepto de que la existencia en su calidad abstracta es el fenómeno de reconocernos como seres existentes

¿Es la “conciencia de existir” un estado transitorio otorgado por la arquitectura molecular peculiar del ser humano? Si esto fuera así “Pienso luego éxito” debería cambiar a “Existo luego pienso” y es que bajo este razonamiento, la trascendencia como la conocemos hoy queda totalmente DescartADA y la misma existencia queda acotada a la integridad de nuestra arquitectura.

Planteada la situación anterior y que evidentemente sea la existencia un mero concepto creado por el humano como herramienta de subsistencia, podemos explicar entonces la necesidad de antagonizar por salud mental dicha lógica. Claro, si pensamos en que una de las ideas más potentes de la filosofía humana y en general de todo el quehacer de nuestra especie es la idea de trascendencia, aquella noción de que todo lo que hagamos hoy tendrá consecuencias eternas nos otorga un sostén social que permite el normal desarrollo de la especie cobijando a todos aquellos a los que su debilidad física o mental no se los permita de manera intrínseca.

La debilidad humana y lo frágil de su estabilidad mental requieren un sistema que le dé sentido a nuestras vidas, un Dios, leyes, castigos, lo que sea que nos sirva para contener a los impulsivos, a los fuertes, a los dominantes y que permitan a los débiles gozar de la vida sin cuestionarse la dolorosa verdad de que la vida es azarosa y que no tenemos más propósito real que el de una existencia con fecha de caducidad.

A partir de estas conclusiones podríamos entender las ideas de Nietzsche sin tildarlo necesariamente de fascista, pero ese es otro tema del cuál hablaré en el próximo post.